Canta Francisca Caballero Real. Romance de a mediados del siglo XX calificado de ciego o de cordel.
En la estación de Alicante
ha muerto una señorita,
la rosa más madrileña;
llamada la Merceditas.
Estando esperando el tren
en la sala de descanso,
llegó Salvador Tejero
con un revolver en la mano.
Ay, Salvador no me tires,
ay, Salvador no me mates;
déjame que me despida
de la pobre de mi madre.
Que dices que no te tire,
que dices que no te mate;
lo que tu has hecho conmigo
no lo haces con más nadie.
Estando en estas palabra,
dos tiritos le tiró;
uno le entró por la pierna,
otro por el corazón,
y el que iba “pa” Carmela
el viento se lo llevó.
Toma Carmela este bolso
y se lo das a mi madre;
no le digas que me he muerto
de esta desgracia tan grande,
si te pregunta, que he muerto
de una enfermedad muy grave.
Montada en un camión,
ya la suben calle arriba;
a casa de don Cristóbal
a que le cure la herida.
Don Cristóbal, don Cristóbal,
que penita que me da;
lo que ha hecho conmigo
son cosas de criminal.
Don Cristóbal la miraba
con mucha pena y dolor;
que lástima de muchacha
que no tenga salvación.
Por la calle va el entierro,
ya la llevan a enterrar;
y el sinverguenza del novio
fumándose un puro va.
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