El "Chacarrá" de Iznájar







Es evidente la pluralidad del fandango, que primitivamente fue bailable, y representa una amplia zona del folklore no solo andaluz, sino peninsular.
De origen arábico andaluz, se diferencia según la región o la comarca en sus variados estilos que son muy numerosos. De esta manera, el área malagueña que por su calidad es el primero, teniendo en cuenta que la rondeña, la malagueña, la jabera, los verdiales y las bandolas son especies suyas, ramas del mismo árbol.
Según dicen los especialistas el  fandango más antiguo y más bonito, el de mayor sencillez, dentro de sus dificultades de ejecución, es el que tiene por cuna el "Partido de los Verdiales" en los montes malagueños. Se acompaña con guitarras, primitivos violines de dos cuerdas y minúsculos platillos de metal, poco mayores que crótalos. Curiosamente muy similar a nuestro fandango cortijero, o Chacarrá, que se baila en nuestros campos y se remonta a los siglos XVIII y XIX y de la misma manera que el verdial se baila por parejas, hombre y mujer, pudiendo ser una o varias, ambos con castañuelas que tocan al compás de guitarras, bandurrias o violines, panderetas y a veces platillos de metal que se colocan los tocaores en los dedo de las manos.
A diferencia del verdial, nuestro Chacarrá es menos brioso y en consecuencia menos acelerado.
¿ De donde nace nuestro fandango? Nos dice Luque Navajas en su "Málaga en el cante" que de las dos formas del fandango malagueño, los verdiales y las bandolas, los primeros son los más antiguos; son anteriores incluso al nacimiento del llamado cante flamenco. Su letra es alegre y sencilla, con la base métrica de una quintilla, que se aplica al cantarse por repetición de uno de sus versos. Y prosigue: la difusión del fandango y de su modalidad de los verdiales, se inició a partir del núcleo de Vélez hacia los pueblos del interior, a los que se llegaba por buenas comunicaciones naturales. Así sus arrieros, los famosos meleros de Vélez, han llegado desde siglos atrás regular mente hasta Loja, Archidona, Cuevas Bajas, Cuevas de San Marcos, Rute, Antequera, Lucena, Cabra... y junto con las frutas, la miel, y otros productos agrícolas, portaban el bizarro estilo de los fandangos veleños.
Es evidente que a Luque Navajas se le quedó en el tintero Iznájar, que es donde precisamente arraigaron más estos cantes, tanto que aun perduran, gracias ( todo hay que decirlo) al iznajeño Virgilio Molina López , que desde hace tres décadas, a fuerza de tesón, viene intentando conservarlos con la organización del grupo " Amigos del Chacarrá" en donde destaca la participación de algunos jóvenes locales, material nuevo de una cantera que no se ha de abandonar.
El señor Luque Navajas dice que si los arrieros meleros, otros que si los segadores que venían de temporeros, o tal vez los braceros aceituneros que llegaban desde los lindantes montes de Málaga en el tiempo de la recolección de la aceituna, una vez terminada, se manifestaron en la fiesta del Remate con sus cantes y bailes exportados, que acabaron arraigando en el espíritu de los locales y que supieron darle su personal toque de identidad ¿ Quién sabe? Lo único cierto es que el origen del nombre, " Chacarrá" se pierde en la noche de los tiempos.
Tanto si fue exportado, como si es autóctono, no hay que olvidar que nuestra zona estuvo poblada por moriscos desde la reconquista de Iznájar por Juan I   y que en la huida se refugiaron en las sierras, lindantes con los montes malagueños.
Tanto si fue de una manera u otra, el caso es que hasta bien  entrado el siglo XX, en nuestras pedanías y cortijos los mozuelos y mozuelas de entonces se divertían con estos bailes y se relacionaban en sus reuniones familiares.
Eran fechas claves:  Carnaval, San Juan, Candelaria, Pascua, Cruces de mayo... también bautizos y demás fiestas en familia como podría ser la celebración de una boda.
El sacramento matrimonial solía celebrarse en la Parroquia o en la Ermita de la Antigua dentro del casco urbano con lo que las bodas solían llegar al pueblo en tropel de caballería. En primer lugar solía venir el novio a lomos de un caballo, llevando de reata una yegua aparejada con una albarda especial para casos como este en donde lucía la novia sentada a la amazona. En similares circunstancias los padrinos, tras ellos los invitados a lomos de las bestias, caballos, mulas o borricos los más humildes, emperifollados, eso si, con coloridos aparejos de fiesta.
Terminada la ceremonia recorrían a pie las calles principales del pueblo tirando puñados de calderilla a los zagales que se la disputaban entre revolcones  en el polvo; para los adultos, aguardiente de Rute, dulce para las mujeres y seco para los hombres que ofrecían directamente de la típica botella rizada, junto a semillas de cacahuetes. Una vez en la salida del pueblo volvían a subir en los animales y partían hacia el lugar de la celebración.
Estas bodas, que solían durar dos o tres días, solían ser amenizadas día y noche con cantes y bailes del Chacarrá; por supuesto que no existía el viaje de novios, con lo que la primera noche, a una hora prudencial, la madrina acompañaba a la novia al cuarto nupcial que durante semanas había sido expuesto al público, conocidos y amigos, a eso se le llamaba: " la veura". Poco más tarde, oportunamente, el padrino acompañaba al novio y los dejaban estar hasta la mañana siguiente bien temprano que los despertaban con un tazón de chocolate bien caliente y dulces.
Mientras tanto, el resto de la noche lo pasaban los invitados dándole a la castañuela y bailando al son del fandango:

 
A mi me llaman el tonto
porque me falta un sentio
y a ti te falta una cosa
que el tonto se la ha comio.
 
Del requiebro al ataque verbal solo había un paso. Las letrillas, como digo, eran sencillas, alegres y a veces satíricas, aunque en ocasiones, por influencia etílica, vino rama del año, que es lo que se solía consumir aquí, la mayoría de las veces de fabricación casera, se podía llegar a las manos y en alguna que otra ocasión a las navajas, por mor de algún insensato que se atrevía a decir cantando lo que no era oportuno.
A parte de esto, la improvisación y el buen rimar era el tono general.
 
Mi madre me dice pero
y yo digo que tostao
que para casarme a gusto
con uno de "Lalantao"
 
En verano estas fiestas se solían hacer al aire libre, tal vez en la era, o en el patio, y en invierno en la sala más espaciosa de la casa alumbrándose con candiles.
La temática, el estilo y el leguaje del fandango verdial y del chacarrá o fandango cortijero son comunes: tanto el parentesco de letras como el hecho de que la base de estos dos tipos de fandango sea la quintilla, frente al gran numero de cuartetas que por lo general se pueden conseguir, se explica por la necesidad de repetir uno de los versos, el cuarto, con lo que de esa manera se consigue una quintilla falsa.
Curiosamente no hace muchas décadas el nombre de nuestro fandango, chacarrá, fue trasplantado al área de Tarifa (Cádiz). Según se cuenta, en los años 40, poco después de terminada la contienda española, unos militares de este terreno que visitaron la zona, que llegaron a casarse con tarifeñas y se afincaron allí, aplicaron el nombre iznajeño de "chacarrá"a los fandangos de la zona.
Desde entonces lo tienen como suyo ( el chacarrá de Tarifa lo llaman) e incluso se dice que han invitado en alguna ocasión a algún famoso trovero ( poeta hay que decir) iznajeño. En los años 60 yo escuché decir en una ocasión que el legendario Cavililla, gran maestro local de la rima y el cante, grande entre los grandes de los muchos famosos cantaores de aquí, anduvo de fiesta por esas tierras en las que adquirió, al igual que aquí, gran renombre y fama.
 
Los mismos tarifeños reconocen que la palabra chacarrá aplicada a su fandango es de origen reciente, aproximadamente de los año cuarenta debido a que los soldados que hacían los caminos y las pistas para el emplazamiento de los cañones que forman las baterías costeras de Tarifa, al acudir a aquellas fiestas por los caseríos rurales y los cortijos empezaron a llamar al fandango que escuchaban  " CHACARRÁ".
Fuente: Tarifa web. com
 
La palabra "CHACARRÁ" es de nueva creación, aproximadamente de los años cuarenta y según nuestra informante, María Ibáñez, que fue gran bailaora del "CHACARRÁ" y esposa del guitarrista " Genaro el de la Molinilla", este nombre se lo pusieron los soldados que hacían los caminos y las pistas para el emplazamiento de cañones que forman las baterías costeras.
Fuente: Aurelio Gurea Chalé, flamencólogo, ex director de la PEÑA FLAMENCA DE ESTEPONA.
 
Y es que, bonito y encomiable es el intercambio cultural, e indispensable y honesto respetar la denominación de origen.
 
 
 
      Para que vienes a verme
con el caballo prestao
si sabes que no te quiero
ni subío, ni bajao.
x
Eres como la veleta
que estaba en Santa María;
además de ser veleta,
eres tonta, presumía,
hechicera y alcahueta.
x
Dicen que el Señor ayuda
a to el que pone los medios,
más que hacemos en mi casa
ni podemos, ni sabemos.
x
Una vez que te quisí
y tu madre lo supió
con tanto gruñir, gruñir,
toitico lo escompusió. 

                               



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