Romance - Gerineldo


GERINELDO
                                 A Sofía Noel
 
La luna lloró azul
sobre tus rubias axilas;
la noche rodó oscura
del torso a la cintura.
¡Oh! hermoso y pulido Gerineldo
a tu albedrío la rosa.
¡ Ay de mí, sobre mí!
un arroyo encendido
cruzará por tu vientre
hasta la entrepierna bermeja.
Lirios y flores
en el jardín su aroma.
Un pájaro de fuego
vertió su sangre negra
entre los pálidos flancos.
 
¿ Por donde me voy ahora...?
 
                                                          ANTONIO QUINTANA
 
 

Romance cantado por Julia García Domínguez de 75 años, grabado en su domicilio de Iznájar el día 6 de Octubre de2008.
El romance, Gerineldo, es uno de los motivos folklóricos inspirados en el triunfo del amor sobre las rígidas normas sociales y de clase. Apréciese la libertad sexual: en este tipo de poemas no se acatan fácilmente las normas éticas que predicaba la Iglesia.
El romance de Gerineldo, como ocurre también con el de don Boiso, deriva de una antigua leyenda europea, siendo uno de los más conocidos del folklore musical y del que más versiones escritas y orales hay, siendo el comienzo y su parte final la que suele tener diferentes y variadas soluciones.
La versión que escucharemos a continuación, como suele ocurrir frecuentemente, está mezclada con otros conocidos romances, el Conde Olinos, que dice: madrugaba el conde Olinos mañanita de san Juan, sin embargo el romance original de Gerineldo comienza diciendo: Gerineldo, Gerineldo, Gerineldito pulido, quien te tuviera esta noche tres horas a mi albedrío... terminando con un fragmento de otro conocido romance, Las bodas del conde Sol.

Gerineldo madrugaba
la mañana de san Juan,
a darle al caballo agua
a la orillita del mar.
Bebe, bebe, caballito,
que serenito va el mar;
una dama en su balcón
no paraba de escuchar.
Gerineldo, Gerineldo,
Gerineldito pulido,
quien te pillara esta noche
tres horas a mi albedrío.
Como soy vuestro criado
os queréis burlar conmigo;
no lo creas Gerineldo, 
que de veras te lo digo.
A las doce de la noche
que está mi padre dormido.
A las doce de la noche
tres vueltas le dio al castillo,
se ha encontrado una escalera
y por ella se ha subido.
En el último escalón
la princesa lo ha sentido,
quien ha sido el veterano,
quien ha sido ese atrevido:
soy el conde Gerineldo
que vengo a lo prometido.
Lo ha cogido de la mano
y en la cama lo ha subido,
dándole besos y abrazos
los dos quedaron dormidos.
El padre que “toas” las noches
subía a darle una vuelta,
se ha encontrado a Gerineldo
durmiendo con la princesa.
Y si mato a Gerineldo
que lo crié desde niño:
y si mato a la princesa
queda mi reino perdido,
pondré mi espada por medio
y que sirva de testigo.
A lo frío de la espada
la princesa lo ha sentido.
Levántate Gerineldo
mira que somos perdidos,
que la espada de mi padre
entre los dos ha dormido.
Por donde me voy ahora,
por camino que has venido;
por ese jardín “alante”
cogiendo rosas y lirios.
De “onde” vienes Gerineldo
tan triste y descolorido;
una azucena fragante
tu color se lo ha comido.
No lo niegues Gerineldo
con la princesa has dormido;
antes de ponerse el sol
tienes que ser su marido.
La princesa como niña
no hace más que llorar;
que dolor de Gerineldo
que no lo vuelvo a ver más.
Se vistió de peregrina
al campo salió a buscar;
ha andado los siete reinos
Zaragoza y Portugal.
Y ya que venía de vuelta
tan triste y desconsolá,
se ha encontrado un vaquerito
con una grande maná.                  
Vaquerito, vaquerito
por la Santa Trinidad;
que me niegues la mentira
y me digas la verdad.
De quién es tanto ganado
con tanto hierro y señal;
es del Conde Gerineldo
que hoy está para casar.
La joven tuvo un desmayo
y el le ayudó a levantar;
toma este anillo de oro
y me llevas donde está.
La ha cogido de la mano
y la puso en el portal;
le ha pedido una limosna
por la Santa Trinidad.        
Y por su buena fortuna
el se la va a dar.
Que cara más peregrina,
que cara más encarná;  
una que yo me dejé
por aquel campo de allá.
Mi padre y madre, rey conde,
quedan buenos por allá;
peregrina del demonio
no me vengas a buscar.
Yo no soy ningún demonio
soy tu mujer natural;
las bodas y los torneos
"pa" romerita son ya.

Otra versión de GERINELDO que escuché en mi casa de Iznájar cuando era niño. Apréciase lo absurdo de dar agua salada al caballo, a no ser que manara por allí un manantial de agua dulce como se ha de suponer.

La mañana de san Juan
madrugaba Gerineldo,
a darle agua al caballo
a la orillita el mar.
Mientras el caballo bebe
una copla echó a cantar;
las abesicas volando
se paraban a escuchar.
La princesa en su balcón:
- Gerineldito pulido
quién te tuviera esta noche 
tres oras a mi albedrio.
- Como soy vuestro criado
os queréis burlar conmigo;
- no lo creas Gerineldo
que de veras te lo digo.
- ¿Sobre que hora princesa
queréis que ronde el castillo?
- a eso de la media noche 
que mi padre está dormido.
A eso de la media noche
Gerineldo fue al castillo
con zapatitos de seda
para que no sea sentido.
- Ábreme la puerta cielo
ábreme cuerpo garrido;
que mi delgada cintura
cabe por cualquier postigo.
Quién ha sido ese alevoso,
quien ha sido ese atrevido;
soy el conde Gerineldo
que vengo a lo prometido.
Lo ha cogido de la mano
y en la cama lo ha metido;
entre promesas de amor
los dos quedaron dormidos.
El rey que tuvo un mal sueño
a dar una vuelta ha ido;
y se encontró con los dos
como mujer y marido.
- Si matara a la princesa
queda el castillo perdido
y si mato a Gerineldo
lo crié desde chiquillo;
pondré la espada por medio
y que sirva de testigo.
Con el frío de la espada
La princesa dio un chillido;
-¡levántate Gerineldo 
mira que somos perdidos,
que la espada de mi padre
entre los dos ha dormido!
¿Por donde me voy ahora,
por donde me voy, Dios mío?
por el jardín adelante
buscando rosas y lirios.

Otra versión de GERINELDO, en este caso con más pureza y fidelidad al original.

ROMANCE DE GERINELDO Y LA INFANTA
-Gerineldo, Gerineldo,
paje del rey más querido,
¿quién te tuviera esta noche
en mi jardín florecido?
¡válgame Dios, Gerineldo,
cuerpo que tienes tan lindo!
como soy vuestro criado,
señora, burláis conmigo.
-No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.
-Y ¿cuándo, señora mía,
cumpliréis lo prometido?
-Entre las doce y la una,
que el rey estará dormido.
-¡Oh, malhaya. Gerineldo,
quién amor puso contigo!
-abráisme, la mi señora,
abráisme cuerpo garrido.
Tomáralo por la mano
y en el lecho lo ha metido,
entre juegos y deleites
La noche se les ido,
y allá hacia el amanecer
los dos se duermen vencidos.
Despertado había el rey
de un sueño despavorido:
<<O me roban a la infanta
o traicionan el castillo.>>
Aprisa llama a su paje
pidiéndole los vestidos:
-¡Gerineldo, Gerineldo,
el mi paje más querido!
Tres veces le había llamado,
ninguna le ha respondido.
Puso la espada en la cinta;
adonde la infanta ha ido;
vio a su hija, vio a su paje
como mujer y marido.
<<¿Mataré yo a Gerineldo,
a quién crié desde niño?
Pues si matare a la infanta
mi reino queda perdido.
Pondré mi espada por medio
que me sirva de testigo.>>
Y salíose hacia el jardín
sin ser de nadie sentido.
Rebullíase la infanta,
tres oras ya el sol salido;
con el frío de la espada
la dama se ha estremecido.
-Levántate, Gerineldo;
levántate dueño mío;
la espada del rey mi padre,
entre los dos ha dormido.
-Y ¿adónde iré, mi señora,
que del rey no sea visto?
-Vete por ese jardín
cogiendo flores y lirios;
pesares que te vinieren
yo los partiré contigo.
-¿Dónde vienes, Gerineldo,
tan mustio y descolorido?
-Vengo del jardín, buen rey,
por ver como ha florecido;
la fragancia de una rosa
la color me ha desvaído.
-De esa rosa que has cortado
mi espada será testigo.
-Matadme, señor, matadme,
bien lo tengo merecido.
Ellos en estas razones,
la infanta a su padre vino:
-Rey y señor, no le mates,
más dámelo por marido;
y si lo quereis matar
la muerte será conmigo.

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