Una mañana temprano
fui a misa comulgante,
me encontré con una joven
que era más bella que un ángel.
Yo le he seguido los pasos
para ver a donde entraba
y la vi que se metía
en la iglesia consagrada.
En el rato que allí estuve
no estuve atento a la misa
solamente por mirar
aquella nieve maciza.
Yo le he seguido los pasos
solo por ver donde entraba
y al entrar a su portal
le dije que le adoraba.
Ella me respondió al paso,
no señor, que soy casada,
y a mi marido del alma
no debo faltarle en nada.
Clara soy, Clara me llamo,
siendo clara me enturbié,
por eso no diga nadie
de esta agua no beberé.
Que en un caminito largo
aprieta mucho la sed,
por eso no diga nadie
de esa agua no beberé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario